Este año he tenido la suerte de visitar Nueva York. Es una ciudad increíble con muchísimo que ver y, como pasa con todas las ciudades increíbles con mucho que ver, elegir qué ver y hacer es una tarea complicada. Porque tienes que elegir. Nueva York no es un sitio que...
Nueva York para primerizos: qué ver en siete días
Este año he tenido la suerte de visitar Nueva York. Es una ciudad increíble con muchísimo que ver y, como pasa con todas las ciudades increíbles con mucho que ver, elegir qué ver y hacer es una tarea complicada. Porque tienes que elegir. Nueva York no es un sitio que veas en solo unos días, así que hay que leer, elegir y priorizar cosas para aprovechar el viaje al máximo.
Esta entrada no pretende ser una guía exhaustiva de Nueva York, sino simplemente servir de referencia a aquellos que planeen su primer viaje a la Gran Manzana y se vean abrumados a la hora de crear su lista de lugares que ver y sus itinerarios.
Cosas que tener en cuenta al leer esta guía
1. Nuestras preferencias
Nos gusta tomarnos el primer día de los viajes con calma. Solemos programar solo una actividad turística principal, aprovechar el resto del día para conocer la zona donde nos alojamos y descansar bien.
Odiamos ir de tiendas. No solemos ir de compras y solo vamos a centros comerciales si tienen una arquitectura interesante, restaurantes con vistas o están de paso a nuestra siguiente parada y necesitamos descansar un rato o usar el baño.
Priorizamos comer bien. Salvo raras excepciones, no comemos en restaurantes de comida rápida ni recurrimos a la comida de supermercado. Procuramos evitar grandes cadenas en la medida de lo posible.
Nos gustan los museos, pero con moderación. Cuanto mejor sean las temperaturas, menos tiempo pasamos en museos y lugares de interior. Solemos limitar los museos a uno por día para no saturarnos. Tampoco los vemos enteros, sino que hacemos una selección de salas, según nuestros intereses y el tiempo disponible.
2. Época del año
Viajamos a Nueva York a finales de marzo-principios de abril. Algunos días hacía sol, pero otros llovió e incluso nevó, de ahí que no se incluyan muchos planes al aire libre.
3. Alojamiento
Nos alojamos en un piso en Bedford Avenue, en el barrio de Williamsburg (distrito de Brooklyn). De ahí que cierto número de bares y restaurantes mencionados en el artículo se encuentren en esta zona.
4. CityPASS
Pensamos que el CityPASS es una muy buena inversión para primerizos en Nueva York si ya tienes pensado visitar al menos dos de los principales lugares de interés. Cuesta 112,85 € e incluye acceso a seis monumentos en total: tres fijos (Empire State Building, Museo Americano de Historia Natural y Museo Metropolitano de Arte) y tres a elegir (Observatorio del Top of the Rock o Museo Guggenheim; Estatua de la Libertad e isla Ellis o Crucero Circle Line; y Memorial y Museo del 11S o Museo Intrepid del Mar, Aire y Espacio). Nos pareció el número perfecto de lugares turísticos fijos que ver en una semana sin agobios y sin tener la sensación de pasarte el día haciendo colas. Ves los lugares de obligada visita a la vez que dispones de suficiente tiempo libre para ver otros sitios y flexibilidad para modificar planes si cambia el tiempo o surgen imprevistos. Con CityPASS puedes ahorrar hasta un 42 % respecto al precio por separado de 6 de los mejores lugares de interés de Nueva York.
Contenido y estructura
La guía se divide en siete apartados, que se corresponden con los siete días que pasamos en Nueva York. Cada uno de ellos incluye una lista de los lugares visitados (en el mismo orden en que los visitamos), enlaces a las webs oficiales para consultar horarios y precios actualizados, nuestras impresiones y un mapa con los sitios mencionados. Al final del artículo incluyo todos los lugares en dos listas: una en orden alfabético y otra por categorías.
Día 1
Lugares visitados por la tarde:
• Memorial y Museo del 11S
• Wall Street (15 minutos a pie del Museo)
• Puente de Brooklyn (15 minutos a pie de Wall Street).
Horarios y precios actualizados
Memorial y Museo del 11S (incluido en el CITY Pass)
Como menciono arriba, solemos tomarnos el primer día de los viajes con calma, ubicarnos, conocer los alrededores de la zona donde nos alojamos, limitar las actividades turísticas a una o dos y descansar bien para comenzar el segundo día con fuerza. Nosotros aterrizamos en Nueva York casi al mediodía, por lo que el primer día solo tuvimos la tarde libre. Nuestros planes eran visitar uno de los monumentos incluidos en el CITY PASS y ver un par de lugares de interés cercanos; volver temprano en metro y cenar cerca del alojamiento; y dormir bien.
Tras siete horas de vuelo lo último que apetece es hacer cola para pasar la tarde leyendo paneles informativos de museos, pero el Museo del 11S fue una buena elección. Es un homenaje centrado en las víctimas y no necesita de mucho para crear impacto. Las salas son amplias y se puede caminar tranquilamente a tu ritmo viendo las exposiciones fotográficas, objetos personales donados por las familias de los fallecidos, un camión de bomberos y restos de columnas que formaban parte de la estructura exterior de las Torres Gemelas, entre otras cosas. Impresiona también la enorme fuente del memorial, situada en el exterior del Museo en el mismo lugar donde se encontraba una de las torres.
La siguiente parada fue Wall Street, a un corto paseo a pie del Museo. Es tal la cantidad de gente que se agolpa junto a la famosa estatua del toro para hacerse una foto que cuesta ver la estatua completa. Ocurre todo lo contrario con la de la Niña sin miedo, que desafía al toro a pocos metros. Nadie parece hacerle demasiado caso. En el que es el distrito financiero más conocido del mundo me sorprendió ver escuelas y madres con niños pequeños en carrito entre bancos y hombres trajeados con maletín.
Seguimos a pie hasta el parque del Ayuntamiento para acceder al puente de Brooklyn. El objetivo era cruzar el puente cuando empezara a caer el sol y disfrutar de una buena panorámica del sur de Manhattan al atardecer. Desde luego no éramos los únicos a los que se les había ocurrido lo mismo, pero merece la pena. Por la parte central del puente circulan tanto peatones como bicicletas, así que hay que poner atención y no despistarse haciendo fotos, porque las bicicletas van a toda pastilla. Tras cruzar el puente fuimos hasta la parada de metro de High Street – Brooklyn Bridge para volver a Brooklyn y cenar cerca del piso.
Día 2
Lugares visitados por la mañana:
• Bryant Park
• L’Adresse (parada para café)
• Biblioteca Pública de Nueva York (en las inmediaciones del parque)
• Times Square (a 5 minutos a pie del parque)
• Flatiron Building (a 23 minutos a pie desde Times Square)
Comida: Murray’s Bagels, en la Sexta Avenida (Greenwich Village)
Lugares visitados por la tarde:
• The High Line (a 20 minutos a pie desde el Flatiron Building)
• Chelsea Market (a 2 minutos a pie desde el extremo sur de The High Line)
Horarios y precios actualizados
Biblioteca Pública de Nueva York
L’Adresse
Murray’s Bagels
The High Line
Chelsea Market
El plan inicial era subir al Empire State Building a primera hora de la mañana, pero el día amaneció nublado y con llovizna y al salir del metro en Bryant Park decidimos dejarlo para otro día con mejor visibilidad. Entramos en L’Adresse para resguardarnos de la lluvia y planear una nueva ruta para el día frente a un café. Es un restaurante bastante estiloso con mobiliario, suelo y paredes de madera que me recordó de inmediato a un restaurante japonés del Extremo Oriente de Rusia; más aún cuando nos atendió una camarera rusa.
Rodeamos Bryant Park y visitamos la Biblioteca Pública de Nueva York (edificio Stephen A. Schwarzman), de entrada gratuita. Se construyó en una antigua presa, sobre un terreno que valía 20 000 000 de dólares y las obras costaron otros 9 000 000 de dólares. El edificio es imponente, de cuatro plantas, altos techos decorados profusamente y enormes ventanales. Una de las cosas que me llamó la atención fue un sistema mecánico que asemeja un trenecillo utilizado por el personal para transportar libros.
En poco más de cinco minutos desde la biblioteca llegamos a Times Square, que nos dejó boquiabiertos. Es un sitio que has visto millones de veces en las noticias y en películas y tan parecido a lo que esperas que sorprende que cause tal impresión. Todo llama la atención: los enormes rascacielos, las pantallas gigantes, los típicos taxis amarillos… Uno no sabe ni dónde mirar. Creo que fue en ese momento en el que pensé «creo que me va a gustar Nueva York».
Después continuamos por Broadway para ver el famoso Flatiron Building, un paseo de algo más de veinte minutos, y luego seguimos caminando por la Quinta Avenida buscando un sitio en el que comer. Encontramos Murray’s Bagels (Sexta Avenida) de casualidad y nos pareció una buena opción para tomar algo rápido. El local es pequeño y estaba a rebosar, aunque la cola se movía bastante rápido y pudimos coger sitio con vistas a la calle. Tiene una pega, y es que no hay baños dentro.
Tras la parada para comer fuimos caminando por la 22nd Street, una calle residencial de casas preciosas, con las típicas escaleras de incendios en las fachadas y contenedores de basura metálicos a la entrada. En la esquina de la 22nd Street con la Novena Avenida hay una cafetería que se llama Harbs, donde entramos a descansar un rato y usar el baño (principalmente para usar el baño). Lo menciono, pero no recomiendo el café, porque es malísimo y carísimo (7 $).
Este segundo día estaba siendo muy intenso y decidimos no recorrer el High Line entero, sino solo la mitad sur, accediendo por las escaleras de la 23rd Street. El High Line es un parque elevado construido sobre una antigua vía ferroviaria con buenas vistas a las calles perpendiculares. Uno de los lugares destacados es una zona con bancos de madera escalonados desde los que observar el tráfico frenético de la 10th Avenue a través de un gran cristal. Más adelante hay un pasaje cubierto que sirve de mercadillo y que incluso se puede alquilar para celebraciones.
Junto al extremo sur del High Line se encuentra el Meatpacking District, un barrio industrial que ha pasado de albergar mataderos y almacenes de distribución de carne a ser un área de moda repleto de locales y tiendas independientes. Para cuando llegamos al Chelsea Market, el cansancio había hecho mella en nuestros pies y energía, así que decidimos dedicar el resto de la tarde a ver el mercado tranquilamente sin planes posteriores. El mercado se ubica en una antigua fábrica de galletas, abre todos los días de la semana hasta tarde y es tremendamente bullicioso. Hay locales de todo tipo: desde tiendas de ropa, artesanía o gastronómicas (la planta subterránea está dedicada exclusivamente a comida), a cafeterías, restaurantes y la librería-papelería Posman Books, probablemente mi lugar favorito.
Día 3
Lugares visitados por la mañana:
• Liberty Island and Ellis Island
Comida: The Smith, en la zona de Central Park
Lugares visitados por la tarde:
• American Museum of Natural History
Cena: The Bedford, en Bedford Avenue (Williamsburg)
Horarios y precios actualizados
Liberty Island and Ellis Island (incluido en el CityPASS)
The Smith
American Museum of Natural History (incluido en el CityPASS)
The Bedford
El tercer día tocó madrugar. Nos levantamos poco después de las siete, compramos café para llevar y fuimos en metro hasta South Ferry, la parada más cercana a Battery Park, de donde salen los barcos a Liberty Island. Los billetes se recogen las ventanillas 2, 3, 4 o 5 de Castle Clinton si ya tienes el CityPASS y el primer barco sale a las 8:30.
☛Consejo: hacer cola forma parte de la experiencia de visitar Nueva York, así que sé lo más paciente y práctico que puedas. Nuestra estrategia con los monumentos incluidos en el CityPASS fue visitarlos bien a primera hora de la mañana, bien lo más tarde posible, pero nunca uno detrás de otro y combinándolos con planes más relajados para compensar. Si, por tiempo, debes visitar dos el mismo día, es buena idea ver uno a primera hora de la mañana y otro a última hora de la tarde, especialmente si no están en la misma zona.
A pesar de la muchedumbre que había para subir al barco, la cola se movía con rapidez y tampoco he hizo largo el control de seguridad. Decidimos colocarnos en la parte trasera del barco y las vistas de los rascacielos de Manhattan entre la niebla matutina eran espectaculares.
La estatua de la Libertad es más pequeña de lo que uno imagina, algo con lo que muchos viajeros están de acuerdo. No se puede acceder a la corona y subir al pedestal requiere pagar un billete extra que no incluye el CityPASS. Dado que el pedestal no está muy alto, me dio la sensación de que las vistas desde allí no serían mucho mejores que desde abajo, por lo que no estoy segura de que valga la pena pagar. La isla en sí no tiene más que la estatua y las vistas, por lo que dimos un paseo circular, nos hicimos las fotos de rigor y nos unimos a la cola del siguiente barco a Ellis Island.
Ellis Island era donde llegaban los barcos repletos de inmigrantes a Estados Unidos en busca de una vida mejor y donde hacían los primeros trámites y el centro de recepción hoy alberga un museo bastante amplio sobre inmigración. Tras la visita descansamos un rato en la cafetería antes de volver a Manhattan.
Deambulamos sin rumbo por la zona de Central Park y luego hicimos una parada para comer en The Smith (Broadway), cuya decoración recuerda a los cafés parisinos de los años veinte. No había mucha opción en los alrededores y la comida resultó ser bastante cara. No es un sitio que habría elegido si hubiera tenido más alternativas asequibles cerca, pero cuando llevas mucho rato andando y el hambre aprieta, las decisiones se toman con rapidez. Tras el bagel de pollo y la comida para llevar del día anterior, esta vez opté por algo sano y pedí una ensalada de berza, quinoa, arándanos, almendras y parmesano como plato principal. Costaba unos 20 $, pero debo confesar que estaba muy rica. El local estaba a rebosar de trabajadores de oficina y los camareros corrían de un sitio a otro, pero el servicio fue correcto y rápido de todas formas.
Por la tarde fuimos al Museo de Historia Natural, al que solo pudimos dedicar menos de dos horas. Las zonas dedicadas a animales y las dedicadas a minerales y rocas son interesantes, pero lo que más me gustó fueron fotografías antiguas de miembros de tribus del Amazonas.
Volvimos al piso para descansar un rato y luego salimos a cenar a The Bedford, convenientemente ubicado en la misma calle (Bedford Avenue). Es una especie de pub con un bar-restaurante chulo en la parte de atrás, donde sonaban clásicos del rock. Pedí fish and chips —a diferencia del Reino Unido, en Estados Unidos lo sirven sin guisantes— y un cóctel que se llama Lovely Day y que recomiendo si te gusta el vodka. Lleva vodka, Prosecco y limonada con gas y toques de tomillo. Fuerte y sabroso (en mi libreta lo describí literalmente como «vaya killer»).
Día 4
Lugares visitados por la mañana:
• Bushwick y sus grafitis.
• Forrest Point (brunch)
• Central Park
Lugares visitados por la tarde y por la noche:
• Madison Square Garden
• 230 Fifth, 230 Fifth Ave (Corner 27th) (a 11 minutos a pie de Madison Square Garden)
• Empire State Building (a 7 minutos a pie de 230 Fifth)
Cena: The Meatball Shop, in Bedford Avenue (Brooklyn)
Horarios y precios actualizados
Forrest Point
Madison Square Garden
230 Fifth
Empire State Building (incluido en el CityPASS)
The Meatball Shop
Tras un tercer día intenso, el cuarto nos levantamos algo más tarde que de costumbre. Habíamos quedado con unos amigos en la parada de Morgan Avenue para desayunar y enseñarnos los grafitis del barrio de Bushwick.
Hacía un día espléndido, así que aprovechamos para desayunar al solito al aire libre en la zona exterior de Forrest Point, a apenas cinco minutos a pie de la estación de metro. Tiene un menú de brunch bastante variado y abre todos los días de la semana hasta tarde, así que puedes pasarte para comer, cenar o tomar una copa si te encuentras en la zona.
La primera impresión de Bushwick fue la de un barrio de clase trabajadora tranquilo y algo descuidado, de edificios de pocas alturas, naves industriales y poco movimiento de gente por la calle. Aunque durante nuestro paseo encontramos algunos locales nuevos y de diseño, el proceso de gentrificación parece estar todavía en sus inicios y el barrio tiene definitivamente un ambiente local más auténtico que otros de Brooklyn, como el bullicioso Williamsburg. Nuestro recorrido a pie por Bushwick nos llevó por Flushing Avenue hasta el segundo cruce, donde giramos a la derecha y continuamos por Knickerboker Avenue hasta el tercer cruce. Allí giramos a la izquierda por Troutman Street hasta Nicholas Street. Después nos dirigimos a la parada de Jefferson Street (en la esquina de esta calle con Wyckoff Avenue). En Flushing Avenue y Knickerbocker Avenue ves la actividad diaria de los residentes y tiendas de barrio. El primer tramo de Troutman Street es residencial y después del primer cruce empiezan a sucederse los locales industriales y la presencia de grafitis y murales es cada vez mayor.
Puedes consultar la ruta en el mapa de abajo:
Nuestro siguiente plan era pasar las primeras horas de la tarde paseando por Central Park, aprovechando el día tan soleado que tuvimos. Salimos del metro en 86 St Lexington Ave, a unos cinco minutos de Central Park en línea recta. Me resultaría imposible describir el trayecto exacto a pie que seguimos por el parque, pero pateamos la mitad sur de Central Park en dirección suroeste cruzando The Great Lawn y pasando por el teatro Delacorte, siguiendo luego por un camino con el lago a la izquierda (con parada en el Oak Bridge y un pequeño mirador cercano) casi en paralelo a Central Park West hasta Columbus Circle. A pesar del enorme tamaño del parque, los senderos están repletos de gente y hay que estar atento también a las bicis. Dado que habíamos tomado el brunch hacía poco, retrasamos la comida hasta por la tarde; si no, seguramente habríamos aprovechado para hacer un pícnic en el parque.
El motivo principal de retrasar la comida, además del brunch, era nuestra siguiente parada: Madison Square Garden, ya que teníamos entradas para ver el partido entre los New York Knicks y los Detroit Pistons a las 17:00, y uno no puede ir a un partido de la NBA y no probar un perrito caliente (por si te lo estás preguntando: sí, también compramos una de esas manos enormes de gomaespuma). La experiencia me encantó y la recomiendo también si no te gusta el baloncesto. Tiene todos los elementos que puedas esperar de tal acontecimiento: ceremonia inicial del himno, animadoras (y animadores infantiles), la famosa musiquita de organillo durante las jugadas, pedidas de mano en directo, concursos, lanzamientos de camisetas… Es una oportunidad de ver en directo lo que les gusta a los estadounidenses montar un espectáculo a lo grande.
De Madison Square Garden caminamos unos diez minutos hasta la Quinta Avenida para subir a 230 Fifth Avenue, un bar con terraza en la planta 20 con unas vistas increíbles al Empire State Building. El bar se ha convertido en toda una atracción turística y hay muchísima gente, pero con esas vistas todo te dará igual, créeme. A esa altura hace bastante frío por la noche, pero hay bastantes estufas (si encuentras sitio) y hay batas disponibles. Los cócteles no son nada del otro mundo, pero recuerda: aquí se viene por la vista.
Tras ver el Empire State Building iluminado desde la terraza del bar tocaba subir a este emblemático edificio y contemplar Nueva York a nuestros pies. Hay que armarse de paciencia y dar por sentado que vas a pasar un buen rato haciendo cola, vayas a la hora que vayas. Cola tras cola. En total hicimos cola durante una hora y cuarto más o menos y llegamos a la plataforma de observación poco antes de las doce de la noche.
☛Consejo: dado que el CityPASS incluye entrada al Empire State Building y al Top of the Rock, es buena idea visitarlos en horarios distintos para disfrutar de las vistas con diferente luz; por ejemplo, a primera hora de la mañana y al atardecer o por la noche.
Después de lo que todavía hoy me parece el día perfecto, volvimos a Williamsburg para cenar algo rápido cerca de casa en The Meatball Shop. Este bar-restaurante informal fue el primer sitio al que fuimos nada más dejar nuestro equipaje en el alojamiento el día de nuestra llegada. Las albóndigas son el plato estrella, pero en nuestra segunda visita pedimos solamente verduras para no ir a dormir con el estómago demasiado lleno. Abre hasta las 2:00 de domingo a jueves y hasta las 4:00 los viernes y sábados.
Día 5
Lugares visitados por la mañana:
• Belmont
Comida: Emilia’s Restaurant
Lugares visitados por la tarde y por la noche:
• The Metropolitan Museum of Art
• Tranvía de Roosevelt Island y puente de Queensboro
• Grand Central Terminal
• Westlight (para tomar una copa)
Cena: Allswell
Horarios y precios actualizados
Emilia’s Restaurant
The Metropolitan Museum of Art (incluido en el CityPASS)
Roosevelt Island tram
Grand Central Terminal
Westlight
Allswell
El quinto día pusimos rumbo al norte para visitar Belmont, el barrio italiano del Bronx. No todas las zonas del Bronx son seguras y recomendables, pero Belmont sí es una de ellas. Salimos del metro en Fordham Road y caminamos durante unos 20 minutos por E 188th St hasta Arthur Avenue, una de las calles principales del barrio. A pesar del aspecto algo descuidado y sucio de las calles, en ningún momento nos sentimos inseguros. Durante el trayecto vimos a un grupo de chicos jugando a baloncesto en un parque, coches con las ventanillas abiertas y música latina o hip-hop a todo volumen y bastantes iglesias. Los elementos religiosos también se dejan ver en Arthur Avenue, ya que a la entrada de muchas casas colocan una vitrina de tamaño considerable con la figura de un santo o una virgen dentro. También nos fijamos en que el precio del carburante aquí es increíblemente bajo (el equivalente a €0,56/litro). Dado que era domingo de Pascua, muchos locales estaban cerrados, así que paseamos por Arthur Avenue en ambas direcciones.
A la hora de comer elegimos Emilia’s, un restaurante pequeño de gestión familiar en Arthur Avenue. Nos pareció un lugar sencillo y sin pretensiones, pero con un menú variado (ellos mismo hacen la pasta fresca), precios asequibles y buen servicio. El dueño es Nunzio, un señor mayor que se acerca a todas las mesas a saludar.
Después de comer volvimos a pie al metro. Nuestra siguiente parada era el Museo Metropolitano de Arte (MET). Fuimos muy selectivos a la hora de elegir qué ver, ignorando el arte antiguo (egipcio, griego, romano) que podemos ver en cualquier museo europeo y centrándonos en lo más diferente y curioso, como cuadros de pintores estadounidenses, arte contemporáneo y la sección dedicada a las artes de Oceanía, África y las Américas.
Roosevelt Island es una isla muy pequeña y estrecha entre Manhattan y Queens. Es principalmente residencial y no especialmente turística, aunque el trayecto hasta allí en teleférico sí que se ha convertido en una atracción, gracias a las vistas (y a que cuesta lo mismo que un billete de metro). Dura apenas un par de minutos, pero es una experiencia que recomiendo. Al bajar del teleférico nos sentamos a descansar un rato en un banco junto al puente de Queensboro —construido sobre la isla, pero no da acceso a ella— para disfrutar de las vistas al río con los rascacielos de Manhattan al otro lado, antes de hacer el trayecto de vuelta.
Antes de volver a nuestro piso de Williamsburg nos acercamos hasta Grand Central Terminal, la famosa estación de trenes. El vestíbulo principal (Main Concourse) es el espacio más sorprendente: una amplia sala de enormes ventanales y altos techos con una preciosa decoración en tonos turquesa y dorado.
☛Consejo: la estación se encuentra muy cerca de Bryant Park y de la Biblioteca Pública de Nueva York y a solo diez minutos de Times Square y Top of the Rock, por lo que es buena idea combinar varios de estos lugares de interés el mismo día.
Por la tarde-noche nos quedamos en Williamsburg para tomar una copa y cenar. Unos amigos nos habían recomendado Westlight, un bar-restaurante ubicado en la última planta del hotel William Vale Hotel. No habíamos reservado mesa, así que solo pudimos tomar una copa de pie junto a la barra (me apunto lo de reservar para el próximo viaje). El bar es un cuadrado de cristal rodeado de terraza, con unas vistas absolutamente espectaculares. Nosotros fuimos ya de noche, aunque me pareció el lugar perfecto para tomar una copa al atardecer.
Cenamos en Allswell, un pub de estilo rústico en Bedford Avenue, donde comí la mejor hamburguesa de pollo que he probado hasta hoy (no puedo decir lo mismo del vodka con naranja). Al igual que casi todos los bares y restaurantes de Nueva York, sirve comida hasta tarde, así que no hay problema por cenar en horario español, o incluso después.
Día 6
Lugares visitados por la mañana:
• Top of the Rock
• Applebee’s (desayuno/brunch)
• Oculus y Westfield World Trade Center
Comida: Eataly
Lugares visitados por la tarde:
• Chinatown
• Little Italy
• Caffé Roma
• Nolita
Cena: Katz’s Delicatessen
Horarios y precios actualizados
Top of the Rock (incluido en el CityPASS)
Applebee’s
Westfield World Trade Center
Eataly
Caffé Roma
Katz’s Delicatessen
Como menciono más arriba, tanto el Empire State Building como el Top of the Rock están incluidos en el CityPASS y es buena idea visitarlos a distintas horas del día para disfrutar de las vistas de Nueva York con distinta luz. Como habíamos subido al Empire State Building a medianoche, fuimos al Top of the Rock por la mañana. El sexto día amaneció con nieve, para nuestra sorpresa. Desde luego, las vistas no pudieron ser más diferentes desde los dos edificios. El ascensor del Top of the Rock te deja en el piso 67 y puedes moverte a tu antojo entre los pisos 67 y 70. Desde las plantas 67 y 69 puedes contemplar Nueva York tanto desde el interior como desde las terrazas. El piso 70 está al aire libre y no tiene ningún muro ni cristal (estaba cerrado cuando fuimos, suponemos que por la nieve).
La siguiente parada fue Applebee’s, en la esquina de W50 con Broadway y a solo cinco minutos andando del Top of the Rock. Llegamos poco antes de las doce, justo a tiempo para pedir unas tortitas, ya que dejan de servir desayunos a las doce. No es nada del otro mundo; correcto, pero nada especial.
Después dimos un paseo por la Quinta Avenida y entramos en algunas tiendas, aunque no compramos nada. Decidimos ir al centro comercial Westfield para descansar un rato y ver el Oculus, la espectacular estructura diseñada por Santiago Calatrava que alberga tanto el centro comercial como la estación de World Trade Center. A pesar de la estética futurista de tamaña estructura blanca, debo confesar que me pareció impresionante. Tras dar una vuelta por las tiendas decidimos aprovechar y comer dentro del centro comercial y lo hicimos en Eataly, en la tercera planta. Ocupa un espacio amplio y abierto donde hay una zona de restaurante, puestos y un supermercado, todo ello dedicado a la gastronomía italiana. Aunque estaba lleno, conseguimos mesa muy pronto y pedimos dos tablas para compartir con charcutería, quesos, pimientos, aceitunas y pesto con pistachos.
El resto de la tarde lo dedicamos a pasear tranquilamente. Pasamos por el City Hall Park, por delante de los juzgados municipales y por Columbus Park, ya en Chinatown. Seguimos por Mulberry Street, contemplando el bullicio comercial y turístico, y en pocos minutos llegamos a Little Italy. El barrio italiano aparece sin previo aviso y el contraste es repentino. A diferencia de Belmont, el barrio italiano del Bronx, Little Italy está plagado de turistas. En todos los restaurantes hay hombres en la puerta con menús en la mano llamándote para que entres. Uno de ellos hablaba a grito pelado y gritaba «If you don’t like, you don’t pay!». El del restaurante de al lado parecía menos desenvuelto. Alguno también piropeaba a las chicas que pasaban con un «bella signorina» y similares.
Paramos para un café en Caffé Roma (176 Mulberry St). Es una cafetería añeja y algo oscura, con mesas de formica. Algunas escenas de la famosa serie Los Soprano se grabaron aquí. El café es bueno, pero el baño es un poquito horripilante.
Seguimos por Mulberry Street, ya en el barrio de NoLIta, que grita «hípster» por los cuatro costados. Es una zona muy chula, con tiendas de diseño de escaparates cuidados, cafeterías con estilo y mucho ambiente.
Para cenar quedamos con amigos en Katz’s Delicatessen, toda una institución culinaria en Nueva York. Es un establecimiento de comida kosher ubicado en el Lower East Side de Manhattan y, si te gusta el cine, quizá te suene por la escena de Cuando Harry conoció a Sally en la que Meg Ryan fingía un orgasmo. Está siempre a reventar, tanto de turistas como de neoyorkinos; el local es ruidoso y caótico, con un sistema de tiques de lo más raro. Hay colas para pedir comida para llevar y otra cola para coger mesa. Nos unimos a esta última y nos dieron un tique acompañado de una advertencia: «No lo perdáis». Lo guardamos enseguida, porque, si lo pierdes, tienes que pagar 50 $. Yo pedí un sándwich de brisket (ternera, del pecho de la vaca) que tenía unos 8-10 cm de alto y no pude acabarlo, ni siquiera haciendo descansos. A la hora de pagar son bastante tiquismiquis a la antigua y no dejan pagar por separado.
Día 7
Lugares visitados por la mañana:
• Martha’s Country Bakery (desayuno)
• North 5th Street Pier and Park
Horarios y precios actualizados
Martha’s Country Bakery
Nuestro vuelo de vuelta a Londres salía al mediodía, por lo que teníamos muy poco tiempo disponible y decidimos quedarnos en Williamsburg. Desayunamos en Martha’s Country Bakery, una cafetería-pastelería convenientemente situada en el edificio contiguo al nuestro y que recomiendo encarecidamente que visites si te alojas en Brooklyn o Queens, ya que tiene varios locales: dos en Williamsburg, uno en Forest Hills, uno en Astoria y otro en Bayside. La primera vez que entré —acabó siendo nuestro lugar de desayuno habitual— me quedé boquiabierta con la variedad y cantidad de bollos, pasteles, tartas y dulces varios que hay en una larga hilera de ocho vitrinas. Para que te hagas una idea, conté 21 tipos diferentes de tartas de queso, por ejemplo. Y, como fan absoluta de las tartas de queso, no podíamos irnos sin pedir la famosa New York cheesecake. Era enorme (nos costó terminarla entre los dos), como casi todo en Nueva York.
Para bajar la tarta de queso dimos un corto paseo hasta el muelle y el parque de North 5th Street, donde se encuentra la terminal de ferris de North Williamsburg. Es una zona residencial de modernos bloques de pisos, bien nuevos, bien aún en construcción y con unas vistas al río y a Manhattan que ya te puedes imaginar.
Nueva York para primerizos: lugares visitados
Por orden alfabético
230 Fifth Avenue
Allswell
Applebee’s
Belmont
Biblioteca Pública de Nueva York
Bryant Park
Bushwick
Caffé Roma
Central Park
Chelsea
Chelsea Market
Chinatown
Eataly
Emilia’s Restaurant
Empire State Building
Fifth Avenue
Flatiron Building
Grand Central Terminal
Harbs
Katz
L’Adresse
Liberty Island y Ellis Island
Little Italy
Madison Square Garden
Martha’s Country Bakery
Memorial y Museo 9/11
MET Museum
Murray’s Bagels
Museum of Natural History
Oculus
Puente de Brooklyn
Puente de Queensboro
Quinta Avenida
Roosevelt Island tram
SoHo
The Bedford
The High Line
The Meatball Shop
The Smith
Times Square
Top of the Rock
Wall Street
Westlight
Williamsburg
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Irene Corchado Resmella
Traductora jurada y jurídica de inglés (ICR Translations) especializada en derecho de sucesiones de Inglaterra y Gales, España y Escocia. Autónoma. Residente en el Reino Unido desde 2011 (Edimburgo < Oxford < Londres < St Albans). Casada con escocés. En Instagram: @curiolancer.